martes, 24 de abril de 2012


La Espera.




De ti,  todo lo he esperado, ¡todo!,

Tu voz, tus labios, tu sonrisa,

Tu mirada sincera, tu nobleza,

Tus enojos de niña consentida,

Tus tiernas manos al acariciar mi cuerpo

Y el primer beso que le robe a tu boca…

Pero te has ido…

Y a pesar del tiempo, la angustia y la distancia

Del ignoto lugar donde té ocultas

Regresaras a mí… como regresan las aguas en invierno

 Y te estaré esperando,

Como espera  el surco roturado, el sol y la lluvia

Que germina la simiente.-



Me refugio en mi mismo, en los recuerdos,

Como un sonámbulo loco adherido a sus sueños,

Y regreso a los lugares de ensueño

Que visitamos los dos cogidos de la mano

Extasiada la mirada y un temblor en el cuerpo:

Y regreso al murmullo del rio, a la paz de los lagos,

Al trinar de los pájaros en lo profundo del bosque,

A ver morir la tarde en rojo y malva

Y pisar las variopintas hojas secas del otoño,

O sorprendido, por la luz del alba, en un  carnal abrazo,

-¡Al  rito pagano, a la báquica alegría!-,

En el mudo silencio donde descansan los cuerpos

Después de la fatiga y de  la entrega…

-quimérica espera de mi fantasía-



Cuantas veces, tú y yo, oímos y  miramos sorprendidos

El estruendo del agua al despeñarse en la cascada,

El rielar de la luna a la orilla del lago,

El espacio infinito en un cielo estrellado

El silencio rasgado por el murmullo de un beso,

La mano traviesa que recorre los cuerpos,

El aire agitado por el vuelo de un pájaro,

El brillar de sus plumas a la luz del ocaso,

El azul de los cielos reflejado en tus ojos,

La pasión infinita de amar y de amarnos.



Pero te has ido…

Y recorro  contrito esta bella quimera

Que forjamos tú y yo,

Sumergido en la noche, cuando todos los pájaros

Paralizan su vuelo, cuando todos descansan

Las fatigas del día, cuando el sol  del crepúsculo

Proyecta las sombras… y palpo tu ausencia

Cada vez que respiro… y siento que me ahoga

El ocio de mi cuerpo…

Pero te sigo esperando…

Con el murmullo del rio al saltar la cascada,

En el espejo  del lago reflejando la luna,

en lo profundo del bosque a la luz del ocaso,

Y a  la luz de la aurora y el trinar de los pájaros

Y en mi viaje perenne  con incierto destino.

¡Te sigo esperando! ¡Ese es mi destino!



Carlos Herrera Rozo.




2 comentarios:

Carlos herrera rozo dijo...

¡La fuerza de la indiferencia! -es la que permitió a las piedras perdurar inmutables durante millones de años.
Cesare Pavese

Carlos herrera rozo dijo...

La indiferencia es como el fuego, no porque arrasase con todo, sino por el vacío que deja.