La Espera.
De ti, todo lo he esperado, ¡todo!,
Tu voz, tus labios, tu sonrisa,
Tu mirada sincera, tu nobleza,
Tus enojos de niña consentida,
Tus tiernas manos al acariciar mi cuerpo
Y el primer beso que le robe a tu boca…
Pero te has ido…
Y a pesar del tiempo, la angustia y la distancia
Del ignoto lugar donde té ocultas
Regresaras a mí… como regresan las aguas en invierno
Y te estaré esperando,
Como espera el surco roturado,
el sol y la lluvia
Que germina la simiente.-
Me refugio en mi mismo, en los recuerdos,
Como un sonámbulo loco adherido a sus sueños,
Y regreso a los lugares de ensueño
Que visitamos los dos cogidos de la mano
Extasiada la mirada y un temblor en el cuerpo:
Y regreso al murmullo del rio, a la paz de los lagos,
Al trinar de los pájaros en lo profundo del bosque,
A ver morir la tarde en rojo y malva
Y pisar las variopintas hojas secas del otoño,
O sorprendido, por la luz del alba, en un carnal abrazo,
-¡Al rito pagano, a la báquica alegría!-,
En el mudo silencio donde descansan los cuerpos
Después de la fatiga y de la
entrega…
-quimérica espera de mi fantasía-
Cuantas veces, tú y yo, oímos y
miramos sorprendidos
El estruendo del agua al despeñarse en la cascada,
El rielar de la luna a la orilla del lago,
El espacio infinito en un cielo estrellado
El silencio rasgado por el murmullo de un beso,
La mano traviesa que recorre los cuerpos,
El aire agitado por el vuelo de un pájaro,
El brillar de sus plumas a la luz del ocaso,
El azul de los cielos reflejado en tus ojos,
La pasión infinita de amar y de amarnos.
Pero te has ido…
Y recorro contrito esta bella
quimera
Que forjamos tú y yo,
Sumergido en la noche, cuando todos los pájaros
Paralizan su vuelo, cuando todos descansan
Las fatigas del día, cuando el sol
del crepúsculo
Proyecta las sombras… y palpo tu ausencia
Cada vez que respiro… y siento que me ahoga
El ocio de mi cuerpo…
Pero te sigo esperando…
Con el murmullo del rio al saltar la cascada,
En el espejo del lago
reflejando la luna,
en lo profundo del bosque a la luz del ocaso,
Y a la luz de la aurora y el
trinar de los pájaros
Y en mi viaje perenne con
incierto destino.
¡Te sigo esperando! ¡Ese es mi destino!
Carlos Herrera Rozo.
2 comentarios:
¡La fuerza de la indiferencia! -es la que permitió a las piedras perdurar inmutables durante millones de años.
Cesare Pavese
La indiferencia es como el fuego, no porque arrasase con todo, sino por el vacío que deja.
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