domingo, 21 de enero de 2007

LA CEIBA

En la plaza, en medio de la ciudad,
crece una ceiba perforando el firmamento,
sus largos brazos que bascula el viento
acogen el murmullo de la ciudad creciente,
y guardan en silencio sus secretos.
Recibe los requiebros del amante,
la pesarosa queja del anciano,
el grito libertario de los jóvenes,
la arenga del político impetuoso,
la plegaria diaria en los altares
y el gorjeo alegre de los pájaros
que se posan en bandada entre sus ramas.
Su tronco lleva en su epidermis
el paso lento de los años,
la huella indeleble de las gentes
que han reposado a su sombra
dejando sus afanes, miserias , amores y extravíos
en rústicos grabados:
corazones y flechas y nombres enlazados,
publico testimonio de pactos, deseos y esperanzas.
recogen también sus ramas,
ideológicas luchas de partidos
colgadas en pancartas de colores,
gallardetes y cintas que se enredan
creando alianzas imposibles.
Convertida en notario publico
crece la ceiba sin inmutarse nunca,
dando cabida diaria a aspiraciones nuevas,
que registran nuevas historias,
de la ciudad y sus gentes
que acoge bajo sus largos brazos...




CIELO


Miro extasiado al firmamento
y pienso...
¿Refracción de la luz y nada mas?
Pozo de infinita luz,
azul eterno del cielo,
mi razón vuela hacia ti
con la intención de alcanzar
toda tu profundidad.
Destellos de oro y de plata
relumbran sobre la mar,
reflejos de luz del cielo
rasgan su intenso azul,
sin poder nunca alcanzar
su inmensa profundidad...