viernes, 18 de febrero de 2011

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EURIPIDES



El último de los tres grandes maestros de la tragedia griega es Eurípides. Nació en Salamina en 485 a.C, y antipatía por la política fue lo que le empujó a centrar su tiempo en el estudio y en la filosofía. Nunca fue el favorito de sus contemporáneos. Fue reconocido años más tarde, y llegó a ser representado en Roma mucho más que ningún otro. Su influencia peso en los europeos mucho más que la de Sófocles o Esquilo.



Es posible que este reconocimiento tardío se deba a que se conservan muchas más obras de Eurípides que de Esquilo o Sófocles. Concretamente se conservan dieciocho, de entre las cuales destacan Orestes, Andrómaca, Medea, Las bacantes y Las fenicias. Sin embargo, estiman los estudiosos del mundo griego que debió escribir alrededor de noventa y dos. Centró su obra, en cualquier caso, en los principales problemas morales y sociales que podían afectar al hombre de su época.



Eurípides renovó la técnica dramática, a la que incorporó el prólogo como esquema de la obra, disminuyendo la relevancia del coro dentro del desarrollo de la acción. Los tres maestros de la tragedia griega se caracterizaron por hacer reformas en la técnica y el estilo, mejorando lo anterior y permitiendo que el género alcanzara nuevos objetivos.







La Obra:

Las Bacantes.



Una de las particularidades de las Bacantes es que a diferencia de otras obras esta explica el mito mientras que aquellas explicaban la obra, Las Bacantes tratan del mito de Dionisos, el protector del teatro donde se representaban todas las obras y su importancia para la vida ética y moral del teatro.



Dionisos nace de un estallido de violencia. Zeus, alejándose del Olimpo, fecunda a una mortal. Hera, su celosa mujer se enfurece. La amante Hera ordena a los Titanes que despedacen al recién nacido y se lo coman crudo. Pero Zeus destroza a los titanes y recompone al niño. Este niño, devuelto a la vida, es Dionisos el hijo de Zeus, nacido dos veces. El dios semi-humano que muere y es resucitado. La destrucción e ingestión simbólica del dios tiene como consecuencia el renacimiento de sus devotos. Esta parte del mito, del ritual, tiene semejanzas con el cristianismo, con el rito de la transubstanciación del cuerpo de Cristo, según el cual, la sangre y el cuerpo de Cristo pasan al cuerpo de sus creyentes en el rito de la comunión. En ambos casos se trata de una confirmación del creyente.



En las Bacantes Dionisos o Baco, aparece justo al principio disfrazado con una cabellera rubia. Dionisos es un dios joven, ambicioso y celoso que ha recorrido toda Persia y Arabia iniciando a la gente en sus misterios. Llega a Tebas, su lugar de nacimiento, con su sequito de bacantes, mujeres consagradas a su culto. En Tebas las mujeres hacen burla de la difunta madre de Dioniso, negándose a creer que fuera fecundada por Zeus y Dionisos se venga de ellas haciéndolas enloquecer y enviándolas a la montaña a consagrarse. ¿Consagrarse a qué? No lo sabemos. Solo sabemos que los ritos son secretos. Se nos dice que las participantes van vestidas con pieles de ciervo y que enarbolan una vara de hinojo con ramas de hiedra enrolladas, un tirso, que en el primero de los múltiples y desconcertantes cambios de sexo, puede suponerse que representa los genitales masculinos. Indicios claros de la confusión que se presenta en la jerarquía sexual. Pero no como ocurre con las deidades de las tres grandes religiones que surgen



Dionisos está furioso con aquellos que se niegan a creer pero no a la manera inexorable de las tres grandes religiones nacidas a partir de la intuición trascendental de Abrahán, patriarca arameo (sirio), que peregrina desde Mesopotamia hasta Palestina, el norte de Arabia y Egipto, vinculando de esa forma las grandes tradiciones semitas. Dionisos es un dios taimado y vengativo. Dionisos encuentra su antagonista, su víctima, en el rey de Tebas, Penteo. El rey, ha estado lejos de su hogar y cuando regresa a él, movido por los acontecimientos extraños que le comunican, todas las mujeres se han marchado incluso su propia madre. Penteo, disgustado, se queja de los fingimientos de las mujeres y cree que están simulando el culto o que son en realidad seguidoras de Afrodita y duermen en las montañas.



Penteo, abrumado por los acontecimientos, joven en el ejercicio del poder e imprudente en su ejercicio, pretende hacerse con el control absoluto y encierra a algunas mujeres. Todos le aconsejan que llegue a un acuerdo con el dios Dionisos. Pero no. Penteo cree que el dios es falso. Su ignorancia y falta de experiencia, el temor a la sexualidad femenina lo acongoja y domina. Es un joven que no ha tenido esa experiencia. Tiene miedo a perder el control de las mujeres. La obra, al principio parece que quiere exorcizarnos contra la pretensión de desdeñar a los dioses, así sean extraños. No debemos tener la tentación de oponernos a la voluntad divina. La intolerancia genera violencia. Penteo quiere controlarlo todo.



Eurípides juega con nosotros, con los lectores, la obra se retuerce entre la maldad y la parodia; los caminos a recorrer son inestables y nosotros participamos de esa inestabilidad. Nosotros queremos saber, como Penteo, que está pasando en las montañas.



Penteo se reúne con Dionisos y ambos se manifiestan su odio. Penteo encuentra al dios afeminado y gordo, momento en que el dios arremete violentamente contra el rey:”No conoces tus propios límites –le dice- No sabes lo que haces. No sabes quién eres”. En medio de las mutuas agresiones verbales entre el rey y el dios, aparece un mensajero, un pastor, con noticias de lo que hacen las mujeres en la montaña. Por fin vamos a saberlo nosotros y el rey:



“Veo tres comitivas de coros de mujeres,



De los cuales mandaba uno Autonoe, el segundo



Agavé, tu madre, y el tercer coro Ino.



Todas dormían abandonadamente,



Unas apoyando la espalda en el follaje de un abeto,



Otras en hojas de encina sobre el suelo su cabeza



En sabio abandono dejando, no como tu dices,



Ebrias de vino y del ruido de la flauta de loto,



Enloquecidas y persiguiendo a venus en la selva.



Tu madre dio un grito, en pie



En medio de las bacantes, para que sacudieran el sueño



Cuando oyó los mugidos de las cornudas vacas.



Y ellas expulsaron de sus ojos el profundo sueño



Y saltaron en pie, maravilla de orden,



Jóvenes, viejas y doncellas intactas.



Y primero dejaron caer sobre sus hombros las cabelleras



Y las pieles de cabrito componían cuantas de sus broches



Se habían soltado, y las moteadas pieles



Se las ceñían como serpientes que les lamian la mejilla.



Y en sus brazos cabras monteses o lobeznos



Salvajes teniendo, les daban blanca leche



Cuantas recién paridas tenían aun el pecho rebosante



Por haber dejado a sus niños, y se ponían coronas



De yedra y de encina y de tejo florido.



Una cogió el tirso y golpeo la roca



De donde salta agua de rocío, otra tiro su vara al suelo



Y por allí envió el dios una fuente de vino.



Las que tenían deseo de la blanca bebida



Arañaban la tierra con sus dedos



Y tenían arroyos de leche, y de los tirsos



De yedra escurrían dulces chorros de miel.



Si allí hubieras estado, al dios que ahora insultas



Le rendirías alabanzas después de vistas tales cosas.





La cultura pagana se evoca aquí poderosamente. Aquí tenemos el culto a Dionisos como celebración del poder desbordante de la vida. Las energías masculinas y femeninas se alternan en fecunda profusión. Penteo, el rey, no solo está confundido sino que se siente incapaz, infecundo. Dionisos es un dios Vanidoso y despiadado pero con el poder de liberar la energía vital.



Estos versos se corresponden con primera parte del discurso del pastor. En la segunda parte, éste y sus amigos pretenden capturar a la madre de Penteo para ganarse el favor del rey. Pero Agavé y las demás mujeres arremeten contra ellos: Los animales son descuartizados y las varas ahora desgarran la carne humana….



Los ritos, pues, se convierten en un éxtasis creativo, solo la imaginación de Penteo los considera como algo nocivo y destructivo, pernicioso y perverso. Euripides nos pone ante la disyuntiva entre la arrogancia de la racionalidad o la aceptación de que el rito suele ser una confirmación religiosa. En esta obra maravillosa Euripides consigue establecer una relación entre el espectador y el espectáculo. El espectador no se puede abstraer de lo que en la obra sucede, se siente parte de la misma, y al igual que Penteo, el espectador es arrancado de su silla, la obra lo sumerge en su trama y luego lo castiga….



La Frase:





¡Oh, bálsamo precioso del sueño, alivio de los males, cómo te agradezco que acudas a mí en los momentos de necesidad!"





No hay ningún hombre absolutamente libre. Es esclavo de la riqueza, o de la fortuna, o de las leyes, o bien el pueblo le impide obrar con arreglo a su exclusiva voluntad”.






martes, 15 de febrero de 2011

MUJER.

Mujer, tu cuerpo es un paisaje,
Es la aurora que ilumina la mañana,
La tarde teñida en rojo y malva,
La naturaleza convertida en un mensaje…
Todo en ti es ternura,
Todo es paz en tu regazo
Y tus labios la miel de las colmenas…
¡También la furia y la tormenta!
No hay pincel capaz de pintar tu alma
Ni de plasmar tus sentimientos.
No hay rosa abierta
Capaz de superar tu amante corazón,
Tu ternura donde se apacigua la pasión…
¿Cómo Hablar de ti?
¿Cómo hablar de quien ama sin restricciones ni medidas?
¿Qué decir de sus blancas manos afanadas en mi fiebre?
¿Que de sus ojos iluminando los senderos?
¿Qué de su voz serenando nuestro espíritu?
¿Qué de su cariño sin mezquindades entregado?
¿Qué de su virtud sin mancha y sin espinas?
Su alma, su espíritu compasivo
Se refleja en el perdón de su mirada,
Novia, amante, o madre enamorada…
A veces es también la fiera
Que defiende guerrera su camada…
O el vendaval que azota y destruye cuanto toca…
¡Oh, vocación de madre o de amante consagrada!
La mujer es un misterio,
Es la sonrisa en el dolor,
El amor que redime nuestras penas
Y la urna sagrada donde depositamos
En secreto congojas, alegrías y sin sabores.
¿Qué es la mujer nos preguntamos sorprendidos?
¿La mujer?
La mujer también es un poema,
Un verso,
Una canción.
También es una nota
Que hay que tocar con ternura apasionada
Para que se incendie el corazón
Y naufraguemos en el con esperanzas…