martes, 26 de diciembre de 2006

V E J E Z


No quiero pensar que el ocaso
nos sorprende sin aliento,
que todo ha terminado,
que al rayar la aurora
el sol no penetra las brumas del invierno
o que el hilo de luz que atraviesa
el cristal de las ventanas
es el anuncio triste
de un fuego que se extingue...

Verdad es que somos un fuego al viento.
Caprichosos ardemos iluminando la vida,
avivando recuerdos y emprendiendo quimeras,
conquistando infinitos y sometiendo imposibles
y somos solo una llamita al viento...

Y aun que ardemos de prisa
siempre queda el rescoldo,
el lento arder de las ascuas
¡La vida que no se extingue!
Querer dejar al mañana
-fuegos que arden con renovado empeño-
voluntariosa impronta de someter la vida,
voluptuosa esperanza de un hoy
flor apenas entre abierta.
Aun que sigamos siendo
solo una llamita al viento.



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