jueves, 28 de diciembre de 2006

D E S O L A C I O N

Ayer se fue en un sosiego trémulo y oscuro
distante el sol y el aire amotinado
y en un lugar ignoto de sombras abisales
golpean los recuerdos de vanos alborozos.
Recorro las arenas de playas desoladas
y escucho sin cansancio el rumor de las olas
rompiendo con violencia en los acantilados,
caminando en silencio, las manos enlazadas.
Entonces te imagino rendida entre mis brazos,
tu cuerpo abandonado al va y ven de las caricias
traspasados los dos, de amor, de parte a parte.
¡Qué gratos los recuerdos!
¡No quiero abrir los ojos, no quiero arrepentirme!
No quiero abrir los ojos y no verte,
ni buscar tu cuerpo y no encontrarlo,
ni pronunciar tu nombre y no escucharte...
Tus besos solo fueron imágenes soñadas;
Tu voz un suave viento silbando en mis oídos;
Tu cuerpo el agua clara huyendo entre mis manos.
Solo queda de mi una débil llama
para seguir sufriendo esta agonía
de tenerte en mi mente y no tenerte.
Yo quise beber tus labios rojos,
y saciar entre tu fuente mis afanes,
para calmar la sed del alma mía.
¡Solo quedan las sombras de la angustia!
Nunca supe el nombre de la mujer que amaba,
corrí loco y sonámbulo la núbil aventura,
fue una pasión sin frutos ni alegrías
y en ella deje la vida.
¡Un soplo sutil de viento apago mi débil llama!





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