jueves, 14 de diciembre de 2006

OTOÑO

Llego el otoño,
avanza tardo, tiempo sin alas,
por el largo camino del olvido...
Y vuelan por los aires,
desprendidas de sus viejas ramas,
las marchitas, las variopintas
hojas secas.
Los prados, de mullida grama,
se visten mustios
con un manto de fría escarcha;
el viento ulula entre la arboleda,
se peina entre los zarzales
con peines de duro cobre
y hojas de mil colores.
Los sueños, las ilusiones,
van surcando los caminos
sin saber a donde van
sin una guia y sin destino.
Los bosques se quedan solos
brazos al viento desnudos
sin pájaros ni trinos,
sin el piar en los nidos.
Ni luz de luna en la sierra,
ni el azul del infinito
donde moran las estrellas.
Sobre el paisaje, ahora triste,
de desteñidos colores,
tiembla el corazón de miedo.
Miedo de ruinas y penas
de llevar el alma sola
sin sol, ni luna, ni estrellas.
Vientos, brumas y torrencial aguacero
revienta contra las vidrieras.
¡Cuanta tristeza en la tarde,
late el corazón de frió
con ruidos de lata y cobre,
un paisaje moribundo y mi voz atolondrada!

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