viernes, 5 de enero de 2007

L A F R U T A


Esa fruta redonda,
tan vieja como los siglos,
va recorriendo mis venas.
¡Vastedad del universo
en su redondez impura!
Sucumbe la flor al fruto,
rumor suave de las olas,
acariciando las playas:
Besos de arena y espumas,
juegos de luces y luna,
cómplice niebla que cubre
entrelazadas cinturas.
Algas en danza perenne,
al lento va y ven de las olas,
pasan las horas dormidas.
Y mariposas inquietas
aletean sobre su sexo
rasgando el aire y las almas.
¡Oh, hechizo de las flores!
¡Oh, redondez de las frutas!
¡Oh, de las carnes rendidas!
¡Oh, de las bocas y besos!
¡Oh, de la rosa hecha sangre!
¡Oh, de las noches sin sombras!
¡Oh, del amor y la vida!
¡ Es esa fruta sin nombre
la que perdió mis sentidos!


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