viernes, 5 de enero de 2007

E N S U E Ñ O

Fuiste una hurí ante el rubor del cielo,
tu cuerpo vencido entre la niebla,
la sombra del deseo en tus entrañas
y la soledad del mundo en otros labios...

La música sideral te recorría vibrando en tus oídos,
tu cuerpo estremecido entre mis dedos
bailaba en tus caderas
como algas delgadas y ligeras mecidas por las olas.

A la puesta del sol, en su celeste huida,
quedaron solos, los cuerpos, extasiados
en excitante ofrenda a eros
bajo la luz de la luna plateada.

La naturaleza apacible, el animo ausente,
confusa en el sueño su blanca frente
huía, huía, huía como la sombra cuando muere la tarde...
La tarde en sus mejillas rosa y malva ardió y ardió con ella.

No hay comentarios: