Entre los anaqueles de mis libros,
mudos testigos del ayer, del hoy y del mañana
esta El Quijote,
huella cercana de mi infancia, mi juventud y mi vejez.
Vuelvo a él con renovado empeño
para mirar a través del traga luz del tiempo,
mesando lo cabellos de mi cabeza cana,
como pasan, sin prisa y sin descanso,
por mis cansados ojos y temblorosas manos,
sus luminosas hojas,
ruidosa cascada de los siglos idos,
sin perturbar su historia.
mudos testigos del ayer, del hoy y del mañana
esta El Quijote,
huella cercana de mi infancia, mi juventud y mi vejez.
Vuelvo a él con renovado empeño
para mirar a través del traga luz del tiempo,
mesando lo cabellos de mi cabeza cana,
como pasan, sin prisa y sin descanso,
por mis cansados ojos y temblorosas manos,
sus luminosas hojas,
ruidosa cascada de los siglos idos,
sin perturbar su historia.
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