sábado, 20 de enero de 2007

NAVIDAD


Hoy, como ayer, como hace siglos,
ha nacido un niño
de mirada tierna y rictus inocente
en cualquier lugar del mundo.
Su primer llanto palpita en la memoria...
y hiede en el interior de las ciudades
la punzante dentellada de la miseria y el olvido
que marcara su historia, sin rumbo cierto,
de angustias, de sangre y estropicios...
¡La desmedida ambición del poderoso
descansa sobre esas ruinas!
-La libertad es norma- ¡Gritan!
Sin comprender, jamas, que en extramuros
solo queda, como un guiñapo,
la libertad de morirse de hambre
en la desesperanza y la ignorancia,
viviendo en el expolio,
en la trampa falaz de la cultura
y en los torvos repliegues de la ira,
el odio y la venganza...
Es el naufragio social que, desde antiguo,
se aloja bajo tranquilas aguas
de normas vetustas,
paraísos y nirvanas
para engañar al inocente y al incauto...
Y un día, no lejano,
entre negros nubarrones de tormenta,
nacerá un niño,
retumbara su llanto clamoroso,
su eco trepidara en millares de bocas sometidas
y desatara el aguacero y la ventisca:
Saldrán a flote los antiguos naufragios,
alojados bajo las mansas aguas,
de normas mortecinas e inflexibles...
Entonces, el delirante esplendor de la avaricia,
sus metales preciosos, su torre de marfil,
su libertad intonsa, su ideología de exclusión
de sangre y de tormentos,
será la codiciada presa
de las fauces famélicas del fango...
Y, como ayer, como hace siglos,
correrá la sangre
y algún iluminado escribirá la historia...

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